La
misión de las corporaciones mediático-económicas es las de tergiversar
la historia, buscando desanimarnos, confundirnos. Quieren hacernos
creer que la patria no existe, que la única finalidad de la vida es el
lucro, el egoísmo y la acumulación de poder para atesorarlo y
enriquecerse.
Nuestra
finalidad debe ser la de ponernos a disposición de la patria, del
pueblo argentino y latinoamericano, de los oprimidos y despojados.
Para
encontrar nuestro rumbo histórico como pueblo y como nación hay que
volver a Perón, porque fue quien mejor sintetizo, con su práctica y su
teoría, la continuidad de nuestro proyecto histórico de liberación que
comenzó con la revolución de mayo.
Revolución pacifica y democrática
Entendemos
esta revolución como pacifica, porque nuestros pueblos no quieren la
guerra, no han sido formados en la lucha por el “espacio vital”, ni en
el “destino manifiesto” que busca justificar proyectos imperialistas.
Nuestra
geografía, la abundancia de nuestros recursos, la hermandad entre los
pueblos que habitan América, nuestra historia de independencia
conjunta, nos ha formado en la paz y no en la guerra.
En
tanto la acción imperialista no busque agredirnos o avasallarnos,
nuestra política militar es defensiva, y nunca puede ser pensada para
la agresión de otro país hermano, o contra nuestro propio pueblo.
Y
nuestra revolución, por más que les pese, tanto a los ideólogos de la
teoría de los dos demonios como a los defensores del genocidio, siempre
fue democrática.
Porque
hasta ahora, las reglas de juego las había puesto siempre el enemigo,
con sus golpes de Estado, fusilamientos, proscripciones y bombardeos
nos hicieron hablar en su propio lenguaje.
En
las décadas del 60’ y ‘70, el contexto internacional, principalmente la
Revolución Cubana, fue influyente, pero sin dudas, fue este lenguaje
impuesto por el enemigo, el de la violencia, lo que genero la
conciencia en la militancia de que llegar al poder mediante el voto
popular era imposible, y si se lograba, tarde o temprano, la reacción
termina siendo tan furibunda, y las fuerzas de la antipatria son tan
brutales, que el gobierno democrático y popular termina cayendo, o
llevando a su pueblo a una guerra civil, cosa que Perón quiso evitar en
el año ’55.
No
es que seamos ilusos, simplemente, nuestra formación humanista y
nuestra ética revolucionaria se basa en el amor y no en el odio. Odio
que ha aparecido en muchas teorías revolucionaria como un atajo, o en
contextos donde la sangre derramada de los compañeros nos llevaba a
situaciones extremas.
Bien
claro fue Perón al expresar que “Si se emplea mucha sangre se ahorra
tiempo, si se emplea mucho tiempo se ahorra sangre; eso es lo único que
podemos decir, pero siempre es una lucha. Hay que pensar que
del otro lado hay una voluntad contrapuesta, que también tiene fuerza,
y no es cuestión de atropellar con la cabeza porque se rompe la cabeza,
¿saben?”, más claro, imposible.
Hoy,
nuestro ejemplo es el de las Madres y Abuelas, el de los compañeros que
dejaron su vida para que nosotros tengamos patria, justicia social y
libertad. Y también un sistema democrático, porque fueron las
oligarquías las que siempre proscribieron la democracia e ilegalizaron
la política.
De la reconstrucción nacional al movimiento de liberación
Hablar
de liberación en los ’90, e incluso entrado el gobierno de Néstor
Kirchner, era para muchos ilusorio. Primero nos decían que las
ideologías habían muerto, que el pensamiento único había triunfado, que
lo único que valía era vivir dando codazos y atropellando al resto.
Cuando
Néstor nos dijo que no venia a dejar las convicciones en la puerta de
la Casa Rosada, por izquierda y por derecha nos decían que éramos unos
ilusos en volver a creer en la política, que la militancia era cosa del
pasado y que no valía la pena seguir luchando.
Nosotros
confiamos en este proyecto encabezado por Néstor y Cristina, porque
entendimos desde un principio que era necesario, antes de pensar un
proyecto de liberación, salir del infierno.
Ese salir del infierno, no es otra cosa que lo que Perón llama “reconstrucción nacional”.
En
la primera reunión de “Perón habla a la juventud peronista”, del 7 de
febrero de 1974, el gran líder argentino dice claramente: “En estos
momentos, no podemos hablar todavía de liberación. ¿Liberación de qué,
si todo lo tenemos hipotecado? Un país que debe siete mil quinientos
millones de dólares, al exterior, y tres billones de pesos en lo
interno (…) Primero tenemos que liberarnos de esa hipoteca, y cuando lo
hayamos hecho, debemos poner al país en pie y marchar hacia sus grandes
destinos. Sin eso, ¿para qué nos queremos liberar?”, sin dudas, Néstor
es el Perón de nuestro tiempo.
Pasamos
del infierno a pensar un país, todavía nos encontramos inmersos en la
reconstrucción nacional, pero mirando la liberación nacional y social,
que no es otra cosa que las 3 banderas del peronismo: la soberanía
política, la independencia económica y la justicia social.
Nuestra liberación es nacional y social
El
lugar que le han asignado a nuestro país en la distribución
internacional del trabajo, o como ahora gustan llamar los neoliberales,
“concierto de naciones”, es el de productor de materias primas.
Todo
lo que no sea la utilización del suelo, o la extracción de los recursos
del subsuelo, por capitales extranjeros que luego decidirán en que país
se les agrega valor, es sin dudas, un acto revolucionario, enmarcado en
lo que denominamos liberación nacional.
Esto significa que el desarrollo industrial, tecnológico y científico, para
lo que se necesita el desarrollo de varias cuestiones: la educación,
con mas y mejores universidades y escuelas tecnológicas, el desarrollo
de una clase emprendedora, gente con ideas, bancos de inversión, el
robustecimiento del mercado interno, el intercambio y cooperación con
los países de América, ayudando a su desarrollo, son tareas
fundamentales en nuestro programa de liberación nacional.
Y
nuestra liberación también es social, porque queremos liberarnos de las
ataduras que ha impuesto la moral burguesa, y desarrollar la moral de
los que trabajan, de gustos sencillos, que busque sincerarnos con
nuestra condición humana, con un sentimiento libertario, de fraternidad
con nuestros semejantes y con la naturaleza.
Nuestra
moral revolucionaria es una construcción de sentido colectiva,
histórica, por ende en permanente evolución, contraria al pensamiento
conservador que busca mantener el estatus quo imponiendo verdades
universales.
Organización y formación de cuadros
Nuestro
proyecto nacional y popular necesita tomar cuerpo, fortalecerse, y para
eso es necesario la formación y la organización de los cuadros
integrales, o sea, militantes con formación doctrinaria, política y
técnica.
No
es posible avanzar en los cambios estructurales, si no pensamos en un
pueblo organizado, conciente, movilizado para sostener las
transformaciones.
Lo
que estamos buscando es el desarrollo de una conciencia para consolidar
un proyecto estratégico de país que se sostenga en el tiempo, no que
dure 20 años, como muchas veces decimos, sino que dure, como circulo
virtuoso, por siempre, porque no existe justificación alguna para
volver atrás, volver a rifar el patrimonio nacional, generar ajustes y
reprimir.
Pero
dejemos que sea Perón el que hable: “Organizar no es juntar gente; es
aunar voluntades conscientes con una finalidad, es decir, con un
objetivo. Cuando digo voluntades conscientes, quiero decir hombres (y
mujeres) a los cuales se les haya dicho ‘Nosotros queremos esto ¿Lo
quiere usted también? Venga con nosotros’" (“Perón habla a la juventud
peronista”, del 7 de febrero de 1974)
En
esa época a Perón le preocupaba el tema de la organización: “para mí el
problema fundamental de la juventud es organizarse; no está organizada.
No está organizada porque se da el ejemplo que sale una juventud y
atrás sale otra juventud en contra de la que está adelante. Eso no
puede ser”, un claro llamado a la organización y la unidad que resuena
hasta en nuestros días.
La
organización política es una escuela de vida, por eso, para Perón
organización y formación iban de la mano: “lo que la juventud tiene que
hacer (…) es buscar conformar una organización que los prepare de la
mejor manera para la tarea que van a tener que realizar”.
Esta
etapa histórica, absolutamente inesperada y maravillosa, nos encuentra
nuevamente necesitados de un marco teórico para formar y concientizar a
las nuevas generaciones de militantes, por eso es necesario volver a Perón.
Por Juan Manuel Fonrouge
http://jmfonrouge.blogspot.com/2011/07/volver-peron.html